¡Sé que me quieres!
(Unas reflexiones de un caballo a su dueña)
Tienes una foto mía en tu perfil de WhatsApp, en Facebook, muchas, muchas fotos mías en tu teléfono, piensas en mí muchas veces cada día y cuentas las horas hasta que podamos volver a pasar tiempo juntos. Me sacas de la cuadra, vamos a comer hierba, me cepillas y me pones guapo. Hacemos buena pareja y siempre me compras cosas estupendas: protectores o vendas para mi protección o sudaderos preciosos para mi imagen “guay”. En tus cumpleaños o para Navidades casi siempre pides algo para mí y para nuestro tiempo juntos. ¡Me quieres!
Pero ahora no puedo más y te tengo que decir una cosa: cada vez que me montas me hace daño algo de “esa cosa” que me colocas en el dorso para que tu peso se distribuya mejor y que no tenga dos rondeles de la medida de tus isquiones en mi dorso, en cada cual se apoya la mitad de tu peso.
No tengo ni idea de qué marca es esa cosa, si es nueva o vieja, si ha costado mucho dinero o no. Solo sé que cada vez me cuesta más andar y moverme bien, ya que cada vez duele más. Me imagino que es como si tu llevaras zapatos demasiado pequeños. ¡Vale! He salido un poco más ancho que otros caballos, pero no es mi culpa. Y cuanto más ejercicios avanzados de doma hagamos, más me duele. Entonces empiezo a andar con “pasitos pequeños” y tú, a pesar de quererme tanto, el otro día me echaste la bronca y me pinchaste con esas horribles espuelas. Entonces hice lo que me pediste, pero me dolía mucho. Tanto la cosa, las espuelas, como tu bronca.
Yo había pensado que íbamos a pasar muchos años más juntos. Pero a este paso posiblemente pronto ya no será posible que salgamos juntos en nuestras aventuras. ¿Y qué pasará entonces conmigo? ¿Y qué pasará con nosotros?
¿No hubo el otro día una mujer en la hípica que estaba midiendo y dibujando con tiza en mis compañeros de la cuadra? El potro que tengo justo al lado ahora tiene una “cosa” nueva, fabricada a medida de su dorso (más le vale, con la poca cosa que es necesita algo especialmente estrecho para él). Y al otro compañero, que ya tiene 24 años, le han ajustado la cosa y ahora está la mar de feliz.
¿No podrías preguntar a esa mujer si podría mirar esa cosa y mi dorso? Ella llevaba un aparato de color azul que se parecía a un pulpo de plástico. EQUIscan o algo así se lleamaba. Quizás puede cambiar la cosa mía y ajustarla para que me valga. O, si no, quizás comprando menos accesorios chulos para mi aspecto exterior guay podrías conseguir una cosa nueva, quizás no tenga que costar mucho dinero. Es que el otro día escuché algo de un paseo de un día entero y ya me están entrando náuseas.
¡Prefiero estar sano que guapo! Yo también te quiero a ti y me gustaría quedarme mucho más tiempo contigo.
Quizás esa gente te puede ayudar. Creo que tienen una página web de esas (y me consta que la mujer medidora dijo que a ella misma le pasó con dos de sus caballos: los “rompió” inconscientemente con una cosa mal ajustada para sus caballos. ¡No esperes por favor! ¡Estoy temblando!